Afronto este post como una suerte de compilación de distintos materiales defectuosos: ideas y ocurrencias y fragmentos de conversaciones que he ido recopilando en los afterwork, networking, meetup y demás copetines de los dos últimos años de mi vida en esto del banking, del finteching y demás.
1) Todos los bancos andan de la caza de nuevas soluciones tecnológicas pero en realidad eso es también una gran mentira, o una verdad a medias. La mayoría de los bancos desarrollan dentro, o con lo grandes, bajo grandes medidas de seguridad y demás barreras. Lo que buscan fuera es más bien un flirteo. La moda ahora es el voicebanking, la inteligencia artificial en todas sus dimensiones reales, el Blockchain… Se equivocan. Casi todas esas soluciones, están, como tales, al alcance del banco más pequeño del mundo. Lo que realmente es relevante, lo que de verdad importa es cómo construir un nuevo escenario de diálogo con el talento. Las entidades financieras (son muy pocas: Bankia, BBVA y Sabadell lideran en España el diálogo constructivo con las fintech) que están empezando a comprender esto: no va de buscar al mega crack que ha inventando la fórmula de la vida eterna sino de conectar con los que lo intentan, con los que lo hacen más rápido, movidos por el entusiasmo; tomarán la delantera en su carrera hacia el futuro utópico de los servicios financieros.
Si yo fuera el gobierno de un gran banco, de un banco mediano, mi obsesión, más allá de las pruebas trimestrales, más allá de la burbuja del marketing de los pith elevators y de las fotos entregando premios a emprendedores, sería crear una plataforma con capacidad para impactar en el nuevo ecosistema fintech a nivel mundial.
2) Hablando de plataformas. Escuché a una voz reputada en la materia en uno de estos foros eternos de charlas sobre lo mismo de siempre que sin duda alguna el futuro en Europa pasa por una gran plataforma de servicios financieros. ¿Se lo imaginan? Un nombre neutro, un actor neutral (¿la Unión Europea?) bajo el cual operan todo un conjunto de grandes marcas financieras ofreciendo productos y servicios. En esa plataforma no habría sólo bancos, también fintech, empresas tecnológicas… La verdadera batalla en ese escenario sería la distribución. Todos entendemos bien eso de la coexistencia del mundo on line con el mundo de las oficinas de toda la vida, pero ojo, nuestros padres jubilados ya compran en Amazon, ¿por qué no solicitar un préstamo para irse de vacaciones?, ¿o una cuenta de crédito para cubrir los gastos del nieto que viaja siguiendo los itinerarios de Marco Polo o Erasmus? Esto no va sólo de millennials. Esto no va sólo de la confianza que generan las marcas. Va de disrupción. Va de que todo lo que sea posible que suceda, sucederá.
¿Parece una locura? Es posible, pero recordemos cómo era la industria de la fabricación de aviones antes de AIRBUS…
3) Los modelos intensivos en inversión están matando a las startups. Llegan tan dopadas al mercado que no saben moverse en él. Henchidas de twits y gobernadas por vete tú a saber quién (la bola se hace grande y cada mano que entra mete un espía, un control nuevo, una nueva obligación, otra pleitesía) se mueven más lentas de lo esperado, ven las cosas tarde, cuando llega el momento ya no están. Por eso, si yo fuera ese/a presidente/a de un banco lo que haría sería construir un arquetipo nuevo: invertiría tiempo para desarrollar modelos de negocio con fintech. Esto es mucho mejor que invertir capital sin más. Yo no me creo mucho esos modelos de poner, poner y poner. Cuando una entidad financiera decide emplear tiempo en vez de poner dinero en los proyectos que pasan por sus manos abro los ojos, saco la libreta, apunto: ahí hay una posibilidad de que algo de lo que estamos haciendo salga bien. Cuando uno de los grandes le dedica tiempo a las startups con las que colabora sabes que al final va a pasar, y pasa.
Cuando llegue el momento de distribuir productos financieros, los que hayan ensayado nuevos modelos de negocio en cooperación estarán más preparados para ser diferentes, comprenderán mejor a sus clientes e identificarán un target nuevo, algo que los demás no habían visto antes. Innovar aquí va de eso, de ver cosas que los demás no hacen, de arriesgar con socios, de arriesgarse con la incertidumbre. Para hacer esto bien es fundamental estar cerca del talento.
4) Ahora que todo el mundo está en esa batalla: tender redes para captar a los mejores, seducirlos e invitarlos a casa (aceleradoras, venture builders, incubadoras, programas de co-creación e intraemprendimiento), lo interesante, lo verdaderamente transgresor sería empezar a sembrar en otras tierras para que el talento no se nos agote un día de pronto. Yo dejaría que los empleados experimentasen, iría a contar mi sueño a las universidades, a las escuelas de negocio, becaría los errores de los que pusieron su empeño en hacerlo posible, incentivaría a quienes me contaran sus ideas, sus secretos fintópicos.
Un paso antes, por supuesto, me iría fuera, abriría al ADN de mi innovación al mundo entero y crearía entornos virtuales para que todo aquel que quisiera pudiera conectarse para ver cómo evolucionan los latidos de mi corazón.
5) Todo esto que hemos experimentado en el campo de los servicios financieros llega a los seguros y los servicios legales. Las grandes compañías de seguros a nivel mundial están empezando a dar pasos para abrir su innovación. Es de esperar que no cometan los mismos errores que los bancos, pero nunca se sabe. Aquí en España destaca la apuesta de Santa Lucía por su acercamiento a las startups, los planes de Mapfre para montar un HUB de Innovación y el camino iniciado por Mutua Madrileña para colaborar con entornos creativos y para participar en fondos donde se puedan protagonizar sonadas adquisiciones. Las gigantes AXA y Zurich llevan años con programas de este tipo y está por ver si en España van a modelizar un acercamiento específico con las insurtech.
¿Cómo hacerlo? Lo ideal es una combinación de triple vértice: desarrollo interno a través de programas de intra emprendimiento, conexión con el talento global a través de un tercero de confianza que haga creíble la estrategia y compras y participaciones en compañías (lo lógico sería hacerlo en fase early ahora que todo está empezando).
En el campo de los servicios jurídicos el tablero es aún más complejo: las “Big Four” (Deloitte, EY, KPMG y PwC) ya están al acecho de la mejor tecnología para ofertar nuevos servicios a sus clientes: compliance, protección de datos, predictivos. Por su parte los despachos de abogados tienen que despertar de un eterno letargo heredado del S.XIX; el derecho ha cambiado, ya no es sólo lo que hacen los abogados, va más allá, combina el conocimiento legal con la tecnología de datos y la inteligencia artificial, principalmente. Vamos hacia un mundo en el que habrá menos operadores pero más clientes: todas las empresas se podrán permitir tener un algoritmo legal trabajando para sus cuestiones internas. ¿Quién será el rey del mercado en este nuevo escenario? Habrá que estar atentos a la regulación porque a priori existe una muralla entre los servicios de auditoría y la asesoría legal.
Desde Innsomnia trato de poner mi granito de arena en este mundo cruzado en el que todos dependemos de todos para seguir creciendo. Pero no es fácil. En muchos casos la amenaza aún se ve lejos. Nadie piensa de buenas a primeras que su empresa, que su sector, pueda estar realmente amenazado a corto plazo y cuando este mensaje cala en los Consejos de Administración el sistema de toma decisiones hace que todo se eternice.
El mundo está en constante cambio, y nadie, nadie puede saber cómo será después de haber cambiado.
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