«Si no invertimos en tecnología e innovación, si no arriesgamos en ciencia, ¿qué será de nuestro porvenir como comunidad?»
LA APUESTA tech de Barcelona no se ha resentido nada con la crisis del conflicto de independencia. Al contrario, las grandes multinacionales han redoblado su apuesta por el mayor hub del mediterráneo para crear el futuro de sus productos y servicios: Facebook, Amazon, Microsoft, Siemens, AXA, Roche, Cisco; son sólo algunos de los grandes que han invertido en la ciudad de los condes para inventar el mundo del mañana.
Yo veo esto y lo comparo con lo que pasa aquí: cada vez veo más grúas y más promociones, más carteles en las puertas de los bancos lanzando hipotecas; menos interés por la búsqueda de un espacio distinto en un futuro ignoto (lo que venga dentro de diez años ya lo resolveremos entonces, vivamos ahora, brindemos ahora que podemos de nuevo, alejémonos de la crisis y seamos felices disfrutando de este momento dulce que nos vuelve a dar la vida), menos pasión por la complejidad al fin y al cabo…
El mundo es mucho menos complejo hoy de lo que lo será mañana. En un entorno de incertidumbre y volatilidad permanente la única apuesta que tiende a la seguridad son las personas. ¿De verdad vamos a ponernos a brindar cuando seguimos teniendo a la mitad de nuestros jóvenes sin horizonte cierto? ¿De verdad vamos a celebrar la salida de un sitio oscuro y el ingreso en un sitio incierto? Lo más cómodo es lo que hacemos: recogemos lo que nos sobra y lo metemos en lo mismo de siempre, que es lo que da dinero seguro, pero no vemos que esa dinámica es siempre vertical y que el reto está en la horizontalidad: si no invertimos en tecnología e innovación qué será de nuestra sociedad enladrillada, si no arriesgamos en ciencia qué será de nuestro porvenir como comunidad, si no somos capaces de sumar a la reivindicación reto y esfuerzo para qué querremos luego corredores logísticos y esquemas de financiación más solidarios.
La realidad es que hablamos mucho pero hacemos poco. Tendríamos un porvenir apasionante si supiésemos ponernos de acuerdo en todo esto: industria, revolución digital, talento, universidades, startups, inversión… Y vas por los foros y por los copetines, deambulas por las charlas y todo el mundo lo tiene claro, pero es más de boquilla. Luego, cuando te quitas la chaqueta y te sientas a ver cómo se hace, todo lo que no tenga un reflejo real (un muro, un terreno, un barco, una nave más grande, unas vistas ibicencas, una bodega) les parece caro y lejano, les resulta remoto el reto. Eso ya les tocará a otros. Brindemos ahora.
Fuente: El Mundo
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